Una muñeca con vestidito floreado y su canesú
fue intercalándose con los trenes y el scalextric,
el soldadito de plomo y un peluche pinturero
para formar realidades conjuntas:
Oh, príncipe de los amigos,
esculpido en oro y trigo limpio,
abstraído, siempre reflexivo y escurridizo,
bajo el barro y el oropel cosido.
Admiro y admiro a la belleza como parámetro cualquiera,
aun cuando surta en mí fiel prefectura y prevalencia
mediante la maestra cultura
como arlequin de su Picasso
repleto de vanguardias excelsas y cubismo,
como si se consolidase un concubinato con sangre de las letras extraído
de miles de experiencias,
de los clásicos traigo faros y castillos, parajes románticos,
realismo y veleidades, el summum,
en ocasiones especiales,
dádivass del pasado,
bibliotecas de Alejandría,
iconoclastas enemigos llenos de envidia
cuando resuena el rencor en la campanilla que flirtea con la duda,
que destrozan vidas ficticias.
Por eso, me convertí a la dialéctica.
Para no ser poseída por la maltrecha pesadumbre
y la excesiva fantasía,
del que no sale de su zona de confort.
Cocacola, almohada agujereada y ropa de alcanfor guardada,
telarañas enmarañadas, madejas por coser,
amapolas dibujadas que se esfuman al despertar.
Otras, que sueñan solo con nacer,
reconvertidas en hojas en blanco.
LIbros y más libros, en estantes conglomerados.
Huí de todo honor y toda gloria,
para volver a empezar.
De mis hadas regalada,
maestría de fakir,
la picaresca en alguna regla,
y mucha ilusión en el porvenir,
con las alas de una mariposa que aletea huracanes
de apasionadado cariño,
al fin, solo al cabo de media vida,
destripé el desliz,
el puzzle,
la adivinanza,
el acertijo,
el ágora de la oratoria,
solamente escribiendo
en un sillón aterciopelado,
desvencijado como ninguno
pero con mucha solera,
creando tramoyas e intrigas
con un ojo alicaído
curándose de una operación
quien siente y presiente sino.
Así, consigo desvanecer el fantasma de la inacción y el olvido.
Ver por dentro destruye todo desdén.
En el cénit vertiginoso de las estrellas fugaces y el lucero del alba
ne encontraréis escribiendo
cada noche
como despedazando a la literatura devengada.
En mi sillón de rudas ruedas rodadas,
tan antiguo y sincero,
como la nada y el big bang,
debatiéndose siempre entre la rosa y el clavel.
Alma dual.
King Krimson me saluda
a través de la melodia sinfónica
de una época dorada.
Mientras persigo al tiempo.